Me llevo muy buenos recuerdos de mi viaje a Portugal de semana santa, siendo uno de ellos esta forma tan deliciosa de comer el bacalao, de estre sus 365 maneras de hacerlo, una por cada día del año. Después de daros la receta os cuento un poco sobre el viaje y pongo algunas fotos :) espero que lo probéis y os guste tanto como a mí!.
Ingredientes para unas 8 raciones:
-1kg de bacalao en salazón
-1 patata mediana por persona (8 en este caso)
-2 cebollas hermosas
-besamel: 1 litro de leche, 75 gr de mantequilla (puede sustituirse por aceite o poner mitad y mitad), 75 gr de harina, pellizco de nuez moscada y sal
-aceite de oliva virgen extra
-sal: un poco para rehogar las cebollas, pero a la patata no la pongo por ejemplo, al mezclar con el bacalao ya la sala en su punto.
NOTA: parte de la besamel debería ser con nata, de ahí el nombre de la receta, pero he visto muchas que no la incluyen, y a mi personalmente me gusta más así.
Desalamos el bacalao, en agua fría, unas 36 horas, cambiando el agua cada 8 horas. Es mejor cortarlo en trozos y así desala antes.
Pelamos las patatas y las cortamos en láminas más bien finas y las freímos, que no queden hechas del todo pero casi (y ante la duda mejor que tiren a bien hechas que a crudas, claro).
En otra sartén rehogamos la cebolla cortada en juliana hasta que esté tierna y dorada. Cuando el bacalao esté listo, lo cocemos 5 minutos en la leche
hirviendo, lo sacamos, desmenuzamos un poco y damos unas vueltas en la
sartén junto a la cebolla.
La besamel: ponemos a calentar en un cazo la mantequilla, cuando esté disuelta añadimos la harina, lo cocinamos un poco para quitar el sabor a harina cruda y añadimos la leche hirviendo (importante, para que no se formen grumos) echamos sal al gusto y nuez moscada, removemos bien, quedará ligera pero con cuerpo suficiente.
Montaje:
En una fuente amplia ponemos abajo las patatas, con el aceite bien escurrido, encima la cebolla y bacalao, y por último la besamel. (también puede ponerse abajo el bacalao y encima las patatas, eso ya es opcional)
Lo horneamos a 190º 15 minutos y luego dejamos gratinando por arriba hasta que esté en el punto que nos guste.
Cuidado al comerla porque la patata guarda muchísimo calor, así que mejor esperar un poco antes de comer.
Y ahora os cuento un poco sobre el viaje :)
-La primera parada fue en el
valle del Jerte, en Cáceres,
coincidiendo con los cerezos en flor en casi su mejor punto,
regalándonos unas vistas preciosas de todo el valle. Dormimos allí y a
primera hora hicimos la ruta de los Pilones, pasando por unos puntos
preciosos (abajo pongo fotos). Como no podía ser de otro modo me compré
una mermelada de picota del lugar, claro está :) aunque para mi gusto
estaba algo empalagosa, no sé si la volvería a comprar.
Évora:
declarada patrimonio de la humanidad, cuenta con un montón de
monumentos y museos, de ahí su nombre de 'ciudad-museo'. La recuerdo
como una 'ciudad blanca' muy bonita, con una gran plaza y con un calor
que se caían las moscas, nos coincidió un tiempo buenísimo. Probé mis
primeras queijadas, tiernas, deliciosas, muy amarillas, llenas de
queso con un sabor dulzón muy bueno..estaban riquísimas.
Lisboa:
la gran capital, la ciudad amarilla, llena de tranvías, humilde pero
elegante, sonando fados en cada rincón y con turistas a mamporro. Un
lugar muy especial, con unos barrios memorables...Alfama,
Belem
(madrugué para no hacer cola en su famosísima pastelería y poder probar
uno de sus pastelillos, pues si véis la cantidad de gente que esperaba para comprar estos pasteles no os lo creeríais, horas!), el barrio alto, Baixa, el parque de las
naciones...hay que planificar muy bien los días en Lisboa porque no hay
que perderse nada.
Queluz: visitamos el palacio nacional y sus jardines.
En
Estoril
tuvimos la suerte de presenciar la fiesta de la 'food truck'
(comida callejera furgonetera, ahora tan de moda) y fué toda una
experiencia, en un día lleno de sol entre turistas y playas, fué genial.
Junto al casino, en la gran explanada, se pusieron todas las furgos y
la gente devoraba desde una conopizza hasta la hamburguesa más
sofisticada, tirados en la hierba al sol con música de fondo.
De
Cascais vimos los acantilados
Boca Do Inferno, donde pudimos ver a un par de pescadores sacando unas sepias impresionantes, y un mercadillo lleno de vasija y azulejos típicos portugueses, todo bajo un cielo plomizo y tormentoso.
También visitamos
el cabo de Roca, el punto más occidental de la europa continental, con unas vistas increíbles y un paseo precioso junto al faro.
Sintra,
una villa perteneciente a Lisboa y declarada patrimonio de la humanidad
por cosas tan maravillosas como el palacio da Pena, el Castillo de los
moros o la finca Da Regaleira y sus jardines. Es una ciudad de difícil acceso si pretendes subir en furgo, pero hay buses
que están sólo para eso y si vas en coche puedes llegar a todo sin
problemas. Un lugar con mucho encanto, muy bonito y con unas vistas espectaculares.
También descubrimos un pueblecito precioso llamado
Óbidos,
de tonos azules y blancos, casas y calles, donde probé el mejor pan de
Lo, de chocolate. Callejuelas y rinconcitos fotogénicos a
más no poder.
Terminamos el viaje en
Aveiro, un pueblo
pesquero que llaman la Venecia portuguesa por sus canales, pero que para
mi gusto es demasiado pretencioso catalogarlo así :).
Y ahora algunas fotos del viaje...
Valle del Jerte...
Évora...
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| Queijadas de Évora |
Queluz..
Estoril...
Cascais y sus acantilados Do Inferno...
Cabo Da Roca..
Sintra..
Aveiro...
Espero que hayáis disfrutado la crónica del viaje, tengo alguna que otra pendiente como por ejemplo el viaje a Holanda, que intentaré publicarlo más pronto que tarde...nos vemos en la próxima entrada esta vez será algo muy dulce! :) GRACIAS por leerme! :)))))))))))))))))))))
